viernes, 7 de junio de 2019

HABLEMOS DE GÉNERO


Estamos situados  en una época de cambios, principalmente sociales y culturales, en el cual, las personas empiezan a entender la diferencia que se nos ha impuesto desde niños, como algo que quizás sea necesario abolir. ¿Realmente nacemos como mujer/hombre o es la sociedad la que nos impone esta dicotomía? 

El objetivo principal de este blog es presentar cómo la sociedad y la cultura nos imponen desde antes de nacer la forma en que debemos comportarnos y actuar según lo que “somos”: mujeres/hombres.


  • Deberías ser un poco más señorita.
  • Los hombres no lloran.
  • Si sigues así, te quedarás sola.
  • Pelea como hombre.
  • ¿No quieres ser mamá? Pero si solo siendo mamá una mujer está completa.
  • ¿La violaron? Pero si mira cómo andaba vestida. ¿Y estaba ebria?
  • Hijo de tigre, si tiene dos pololas.
  • Mírala, si le coquetea a todos, seguro por eso llegó al puesto de jefa
¿Has escuchado alguna de estas frases? ¿Has dicho alguna de estas frases? 

Te podemos asegurar que al menos alguna de ellas las has escuchado a lo largo de tu vida.



¿Eres mujer? Creemos que te puedes identificar con alguna de estas frases.






¿Y si eres hombre? También creemos que has escuchado y crecido con al algunas de estas frases.










HETERONORMATIVIDAD


Una de las cosas que se ha discutido últimamente es el rol de los géneros, ¿cómo debe comportarse una mujer?, ¿qué es ser señorita?, ¿qué tan caballero debe ser un hombre?, es algo que hemos escuchado incluso desde antes de nuestro nacimiento. Lo primero que preguntan cuando alguien será padre/madre, es el “sexo” del bebé, posteriormente, todos los regalos están orientados a esa respuesta: rosa para niñas, azul para niños.

Para Butler, en la ontología sexual ínsita en el sentido común occidental, los accidentes de género –esto es, los actos particulares en los cuales el género se manifiesta: gestos, vestimenta, posturas, etc.– son concebidos como atributos que expresan una sustancia de género existente a priori. Desde esta perspectiva, un individuo nace dotado de una identidad de género inmutable definida por el sexo biológico, identidad que se pone de manifiesto a través de un conjunto de comportamientos acordes con ella. (Gros, 2016, p.249)

Esto no es azaroso, es algo que la cultura ha impuesto, nacimos y crecimos con la heteronormatividad.  La heteronormatividad es “la matriz binaria según la cual se asignan, clasifican y regulan las identidades de género en las sociedades occidentales.” (Gros, 2016, p.246). Es decir, nos dicen no sólo cómo debemos lucir, sino más bien, nos imponen cómo actuar, cómo pensar, qué es correcto y qué no lo es. Tomemos lo que Posada (2015) dice, según él, el constructivismo de Beauvoir de 1949 cuando escribió “El Segundo Sexo”, planteaba que una persona no nace mujer, sino que esta se hace y que esto sobrepasa la frontera netamente biológica de los sexos. No hay nada que nos indique cómo debe ser una mujer y cómo debe ser un hombre, salvo la cultura. La cultura nos atraviesa, al punto que no podemos desprendernos de ella, somos seres sociales, dependemos del contexto. 

Es por ello, que tal como Buttler (2018), el tener una estabilidad de género binario, no necesariamente implica que la construcción de “hombres” es un cuerpo masculino, ni una “mujer” se expresará como cuerpo femenino. “Aunque los sexos parezcan ser claramente binarios en su morfología y constitución (lo que tendrá que ponerse en un duda), no hay ningún motivo para creer que también los géneros seguirán siendo solo dos”. (Buttler, 2018)

¿Cómo se sostiene esto? Retomemos la idea de que el género es determinado únicamente  por la cultura, entonces al existir un sistema binario de géneros, seguimos asumiendo, tal como Buttler (2018) decía, que existe una relación directa entre género y sexo, como si el género reflejará al sexo o estuviese limitado por él. Es por ello que hay que considerar que el género como un ente independiente del sexo, para que así el género sea ambiguo “hombre y masculino pueden significar tanto un cuerpo de mujer como uno de hombre, y mujer y femenino tanto uno de hombre como uno de mujer”. (Buttler, 2018, p.55).

Entonces, cabe preguntarnos, ¿el sexo es a la naturaleza, como el género es a la cultura? ¿Existe realmente una diferencia entre sexo y género? Buttler (2018) cree que no, que el sexo sigue siendo una expresión del género, el cual es una expresión de la cultura, puesto que está antes de ella.

Si se refuta el carácter invariable del sexo, quizás esta construcción denominada "sexo" esté tan culturalmente construida como el género; de hecho, quizás siempre fue género, con el resultado de que la distinción entre sexo y género no existe como tal. (Butter, 2018, p.55)

Supongo que has escuchado que las mujeres deben ser señoritas, mantener una vida sexual recatada, sino será menos respetada. ¿No? Quizás hayas escuchado esta canción.






Referencias

Gros, E, (2015). Judith Butler y Beatriz Preciado: una comparación de dos modelos teóricos de la construcción de la identidad de género en la teoría queer.  Revista Civilizar Ciencias Sociales y Humanas. 16(30), 245-260.


Posada, L. (2015). El “género”, Foucault y algunas tensiones feministas. Estudios de Filosofía, 52 (2015): 29-43.

Duque, C. (2010). Judith Butler y la teoría de la performatividad de género. Revista de Educación & Pensamiento. 85-95.



CONSTRUCCIÓN DE GÉNERO COMO ESTRUCTURA SOCIAL DE PODER

Tomemos todo lo anterior, habíamos llegado a la conclusión de que Buttler no establece una diferencia entre sexo y género, pero ahora nos preguntaremos ¿por qué se genera esta diferencia hombre/mujer o masculino/femenino? ¿Hay alguna razón por la cual se ha perpetuado esta diferencia?

Poder. 


La respuesta siempre es: perpetuar el poder. La supremacía de unos sobre otros, el imponer desde tiempos bíblicos que las mujeres somos costilla del hombre, que debemos someternos a ellos, por ser seres inferiores. 

No solo en la Biblia se ha planteado esto, recordamos al padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, al establecer las etapas del desarrollo psicosexual, dice que las niñas en la etapa fálica, sienten envidia del falo e incluso, sienten resentimiento hacia su madre por no protegerla de esta castración.

Es por ello que desde antes que incluso pensáramos nacer, pre existe el género. El género es una categoría la cual tiene influencia en nuestro desarrollo tanto individual como social. Es la sociedad la que hace las diferencias de género cuando nos referimos a una construcción social, ya sea del hombre o de la mujer, a partir de sus diferencias biológicas, donde se le asignan actitudes y roles sociales atribuidos a cada sexo, donde se ponen en práctica una serie de comportamientos que se aceptan o ‘‘normalizan’’ como propios del género femenino o masculino generando una aprobación social.

El conjunto de normas que constituyen el género hacen, para Butler, que se pueda hablar de este como performativo: es decir, como normatividad que pone en acto aquello que regula y repite en su mismo darse. De modo que la identidad genérica se resuelve en la misma performatividad en la que se la actúa. El género, por tanto, es él mismo las propias prácticas en las que se performa. Y estas prácticas repiten las reglas culturales, (re)iteran la misma normatividad en la que se instituye el género. Y, más en concreto, crean la ilusión de un núcleo identitario que existiera más allá o más acá de esas prácticas performativas. (Posada, 2015, p.32)

Millet (como se citó en Posada, 2015) establece un ensayo titulado como Política sexual donde observa la dinámica de los sexos como una relación de poder, sosteniendo que la vida social está dividida en dos géneros construidos socialmente donde se puede hacer notar la división sexual del trabajo y el rol de cada género. 

Los roles de género se generan como una construcción de poder, ya que estos son interiorizados a través del proceso de socialización al que somos expuestos desde el momento en que nacemos, donde dependiendo del sexo que somos deberemos comportarnos de la manera en que la sociedad nos impone en cómo debemos actuar. Millet (como se citó en Posada, 2015) plantea que desde el punto de vista político, el hecho de que cada grupo sexual presente una personalidad y un campo de acción, restringidos pero complementarios, está supeditado a la diferencia de posición (basada en la división de poder) que existe entre ambos (Millett como se citó en Posada, 2015, p.31).

Las mujeres deben tener trabajos delicados o sino trabajos del hogar, mientras el hombre, proveedor debe hacer el trabajo duro. Complementarse y ser uno solo. ¿En serio? Sí, mucha gente piensa así.

Posada (2015) dice que tanto Foucault como Butler consideran que tanto género como sexo son una construcción de poder, al designar lo femenino y masculino, puesto que esto es consecuencia de las construcciones sociales, culturales y políticas, que van más allá de lo genético y biológico.

¿Has escuchado en las marchas feministas decir “abajo el patriarcado”? Supongo que sí y acá te explicamos por qué.

El famoso y bullado patriarcado es el que mantiene vigente este orden social que ha existido desde casi siempre (desde siempre, según la Biblia), es quien dicta la supremacía masculina y otorga los roles, sin considerar que es el que también mantiene este esquema heterosexual, puesto que según Posada (2015), este es innato y está dado supuestamente por este dicotomía biológica.  “(...) la existencia de un sistema de dominación, el patriarcado, que reproduce la diferencia de género y garantiza el ejercicio de poder de un sexo sobre otro.”  (Posada, 2015, p.31)

Si aún crees que no es un asunto de poder, te invitamos a ver este vídeo.




Y si aún no te hace sentido, escucha esta canción, donde se hace alusión a que como él no la puede tener, la matará.





Referencias

Gros, E, (2015). Judith Butler y Beatriz Preciado: una comparación de dos modelos teóricos de la construcción de la identidad de género en la teoría queer. Revista Civilizar Ciencias Sociales y Humanas. 16(30), 245-260.

Posada, L. (2015). El “género”, Foucault y algunas tensiones feministas. Estudios de Filosofía, 52 (2015): 29-43.

Duque, C. (2010). Judith Butler y la teoría de la performatividad de género. Revista de Educación & Pensamiento. 85-95.

SEXUALIDAD

Abarcando todos los temas anteriores y enfocándonos en la sexualidad, que son las características que posee cada individuo, que serán influenciadas por el pensamiento, cultura y creencias que el individuo se desarrolle e interiorice a lo largo de su vida. Esta sexualidad se logra expresar como un ‘‘todo’’ en la vida del sujeto expresando lo que somos, sentimos y hacemos. 

La sexualidad abarca el sexo, identidades, papeles de género, orientación sexual, que se van expresando a través de los pensamientos, creencias o actitudes a lo largo del tiempo y estas van cambiando y creciendo durante nuestras vidas, esta incluye comportamientos sexuales e intimidad  y el cómo nos expresamos, ya sea en la vestimenta o en la forma que nos relacionamos siendo ‘‘hombre’’ o ‘‘mujer’’. 

Foucault (como se citó en Posada, 2015) establece que la sexualidad humana incluye al género, en donde la sexualidad está marcada por el discurso de poder, es un discurso heterogéneo que está formado por múltiples discursos, ya sean las leyes, teorías científicas y filósofas.

Sexualidad y poder son indisociables es una idea que podemos rastrear en las tesis del feminismo contemporáneo y en las del pensamiento foucaultiano. La sexualidad humana, como cualquier otro fenómeno histórico y social, estaría marcada de antemano como discurso de poder. Por decirlo en los términos, en los que el propio Foucault trató de definir algo tan complejo, estaríamos hablando del dispositivo de la sexualidad como de un conjunto heterogéneo formado por las capas de múltiples discursos, como los propios de las instituciones, de las leyes, de las teorías científicas y filosóficas, de las doctrinas morales, y muchos más (Foucault, 1991, p.128).
   
                                 

                                
La orientación sexual, identidad sexual y género son producto de la construcción que el individuo tuvo a lo largo de su vida en relación a lo social, histórico y cultural, lo que hace dar cuenta que no existen roles de género que estén mediados por la naturaleza humana, que se considera como la cultura en que se desarrolla un individuo (Duque, 2010).

Butler (como se citó en Gros, 2015) plantea que en la modernidad occidental se ha formado un régimen normativo  en relación al género y la sexualidad, el cual define las identidades de género ‘‘correctas’’ castigando a las que no lo son. Según la heteronormatividad solo existen dos identidades sexuales: hombre y mujer.

Tal como se plantea la sexualidad humana es un proceso de la experiencia humana, en la que las conductas que se consideran ‘‘normales’’ variarán dependiendo de la cultura.

Como mencionamos muchas veces, la cultura ha perpetuado esto y lo ha expresado de diversas formas, una de ellas es el género musical, por ejemplo esta canción de 1989, en la cual habla de un hombre que tuvo un hijo y lo crió para ser un "gran varón" y después hace alusión de que este niño termina con una orientación e identidad sexual diferente.




Referencias

Gros, E, (2015). Judith Butler y Beatriz Preciado: una comparación de dos modelos teóricos de la construcción de la identidad de género en la teoría queer. Revista Civilizar Ciencias Sociales y Humanas. 16(30), 245-260.

Posada, L. (2015). El “género”, Foucault y algunas tensiones feministas. Estudios de Filosofía, 52 (2015): 29-43.

Duque, C. (2010). Judith Butler y la teoría de la performatividad de género. Revista de Educación & Pensamiento. 85-95.